“Toda conducta criminógena nace de una decisión: fundamentos del Principio de Evaluación y Decisión Criminógena”

Contenidos

la criminología de la conducta antisocial (cCA) como marco emergente

En el contexto de una criminología en proceso de redefinición, la criminología de la conducta antisocial (CCA) propone un enfoque ampliado y transversal para el análisis de las acciones humanas que transgreden los marcos sociales, éticos, simbólicos o jurídicos, más allá de su tipificación penal. Esta rama aún en desarrollo plantea que no toda conducta antisocial es delictiva, pero sí puede generar efectos graves en la estructura social, simbólica o personal.

La CCA no se limita a estudiar el delito como hecho consumado, sino que se orienta a comprender el proceso que lo antecede, lo envuelve y lo trasciende: la génesis, el contexto, los factores y las decisiones que intervienen en la aparición de una conducta antisocial o criminógena.

el principio de evaluación y decisión criminógena (eDC)

Dentro de este marco, se formula el Principio de Evaluación y Decisión Criminógena (EDC) como una de las piezas estructurales fundamentales del análisis criminológico. Este principio sostiene que toda acción criminógena es el resultado de una evaluación —por básica o distorsionada que sea— seguida de una decisión. Incluso en los casos más complejos, impulsivos o irracionales, hay una valoración, aunque sea mínima, inconsciente o condicionada por factores externos.

NO SE ACTÚA AL AZAR.
El acto antisocial —delictivo o no— no surge de la nada: responde a un proceso interno donde el sujeto evalúa una situación, pondera alternativas, y finalmente decide actuar de forma que rompe el pacto social o vulnera el orden simbólico o legal.

la necesidad de su estudio y desarrollo

El reconocimiento de este principio es esencial porque permite desmontar la idea de que las conductas antisociales surgen de manera automática o simplemente emocional. Por el contrario, hay siempre un momento evaluativo, un espacio —breve o extenso, consciente o automatizado— donde la persona toma una decisión: actuar o no actuar, transgredir o inhibirse.

Este principio, por tanto, abre la posibilidad de un análisis más fino de la intencionalidad, del contexto simbiótico en el que se toman decisiones, y de la interacción entre factores psicobiológicos, culturales, socioeconómicos y ético-jurídicos. Es la bisagra que une lo interno con lo externo, lo individual con lo estructural.

posicionamiento del principio dentro de la teoría

un principio estructurador y transversal en la cCA

El Principio de Evaluación y Decisión Criminógena (EDC) no es un elemento accesorio dentro de la Criminología de la Conducta Antisocial, sino una pieza vertebradora. Aunque la CCA se encuentra aún en fase de formulación y validación, el EDC se propone como un principio fundante, capaz de interrelacionar los distintos factores que intervienen en la génesis de la conducta antisocial.

Este principio permite interpretar que toda conducta criminógena es, en su base, resultado de una intersección entre el juicio personal (evaluación) y la voluntad de actuar (decisión). A través de este enfoque, puede abordarse el fenómeno antisocial como un proceso complejo que no se reduce a impulsos ni a condicionamientos aislados.

relación con los grandes factores del análisis criminológico

El EDC no se sitúa por encima ni por fuera de los factores tradicionales de análisis (psicológicos, biológicos, sociales, culturales o jurídicos), sino que actúa como puente entre todos ellos. La evaluación criminógena es el resultado de la confluencia simbiótica de los siguientes campos:

    1. Psicobiológico: impulsos, motivaciones, estructuras cognitivas y emocionales.
    2. Socioeconómico: entorno material, oportunidades, frustraciones, desigualdades.
    3. Cultural: creencias, normas internalizadas, narrativas colectivas.
    4. Ético-jurídico: percepción del deber, del límite y del marco normativo.

El principio permite comprender cómo estos factores no operan de forma aislada, sino que se fusionan en el momento previo a la acción, donde el sujeto evalúa su realidad y decide actuar en un sentido que puede derivar en una conducta antisocial.

interacción con otros paradigmas y principios de la cCA

Dentro de los paradigmas emergentes de la CCA, como la Crimebiosis, el EDC cumple una función activadora. Es decir, es el principio que pone en marcha el proceso simbiótico que se observa, por ejemplo, desde la Crimeniosis: esa interacción entre sujeto, entorno y estructura que da lugar a la criminalización simbólica o a la percepción de antisocialidad.

El EDC, por tanto:

  • No se opone a los paradigmas estructurales, sino que los dinamiza.
  • No reduce la acción antisocial a un solo plano, sino que reconoce su origen multifactorial.
  • No ignora la posibilidad de enfermedad mental o afectación psíquica, pero sostiene que incluso en esos casos hay una lógica evaluativa interna, aunque esta esté alterada o disminuida.

definición del principio

¿qué se entiende por evaluación criminógena?

La evaluación criminógena es el proceso mediante el cual un individuo, en una situación concreta, valora su entorno, sus propios deseos o necesidades, y los posibles efectos de su acción, antes de actuar de manera que pueda derivar en una conducta antisocial o delictiva.

No se trata necesariamente de una evaluación racional, consciente y lógica, sino de un proceso interno de ponderación, que puede ser instintivo, emocional, condicionado, patológico o fragmentario. Aun así, hay siempre una estructura evaluativa previa, que permite al sujeto elegir, rechazar o ejecutar una acción con cierto grado de intencionalidad.

Esta evaluación puede estar mediada por:

  • el deseo,
  • la frustración,
  • la necesidad percibida,
  • el entorno cultural y social,
  • la historia personal,
  • o por el desequilibrio psíquico.

Pero nunca es aleatoria: siempre responde a un juicio, aunque este no se ajuste a parámetros normativos ni a modelos cognitivos convencionales.

¿qué es la decisión criminógena?

La decisión criminógena es el paso que sigue a la evaluación: el acto de voluntad que determina llevar a cabo una conducta antisocial. Puede ser una decisión rápida, impulsiva o premeditada, pero siempre implica una dirección: el sujeto actúa, no porque “no puede evitarlo”, sino porque, tras su evaluación (por desordenada o alterada que sea), elige ejecutar el acto.

La decisión, entonces, es el resultado operativo de la evaluación. Por tanto:

  • Si hay evaluación, puede no haber decisión (inhibición).
  • Pero si hay decisión, implica que hubo algún tipo de evaluación previa.

la conjunción de factores en la toma de decisiones

La toma de decisiones no se reduce a un solo plano. Es el resultado de la interacción entre diversos factores:

    1. El psicobiológico, que aporta las bases emocionales, cognitivas o instintivas.
    2. El socioeconómico, que enmarca la situación vital, los recursos o las carencias.
    3. El cultural, que moldea los valores, creencias y narrativas que justifican o rechazan determinadas acciones.
    4. El ético-jurídico, que define la noción del límite, la norma y la transgresión.

El principio EDC afirma que estos factores no actúan de forma aislada ni lineal, sino que se integran simbióticamente en una experiencia concreta, que el sujeto evalúa (desde su posición singular), y a partir de la cual toma una decisión que puede derivar en conducta criminógena.

modelos de acción criminógena

acción consciente y deliberada

En este modelo, el individuo realiza una evaluación estructurada y racional de su situación y de las posibles consecuencias de su conducta. Analiza variables, pondera riesgos y beneficios, y finalmente toma una decisión con intención clara. Este tipo de decisión suele asociarse a conductas planificadas, estratégicas o frías, donde el sujeto mantiene control sobre el proceso completo.

Ejemplos:

  • Un fraude financiero cuidadosamente orquestado.
  • Un delito cometido con preparación, ocultamiento y posterior coartada.
  • Una extorsión basada en manipulación progresiva.

Aquí, el principio EDC actúa de forma visible y mensurable, con una evaluación compleja y una decisión plenamente consciente.

acción impulsiva con evaluación acelerada

En este modelo, el sujeto evalúa rápidamente, bajo presión emocional o situacional, y toma una decisión con menor reflexión. Aun así, hay una evaluación: se percibe un estímulo, se valora (por instinto o emoción), y se responde con una acción.

No se trata de ausencia de evaluación, sino de una aceleración del proceso evaluativo. La impulsividad no excluye la responsabilidad, pero puede matizarla, dependiendo del grado de control inhibitorio presente en el sujeto.

Ejemplos:

  • Una agresión verbal o física en medio de una discusión.
  • Un robo cometido sin premeditación, por oportunidad inmediata.
  • Una respuesta violenta ante una provocación.

Aquí el EDC actúa de manera condensada, en una evaluación emocional e inmediata que conduce a la decisión.

acción patológica o distorsionada

Este modelo corresponde a situaciones donde el proceso evaluativo se encuentra alterado por una condición mental, neuropsicológica o delirante. No por ello se elimina el principio EDC, pero sí se reconoce que la evaluación está afectada en su estructura o lógica interna.

El sujeto evalúa y decide, pero lo hace desde una base que no corresponde a la realidad compartida o normativa. Por tanto, la imputabilidad puede verse comprometida, pero la existencia de evaluación-decisoria no desaparece.

Ejemplos:

  • Un sujeto con esquizofrenia paranoide que agrede por una alucinación de persecución.
  • Una persona en episodio maníaco que toma decisiones de alto riesgo.
  • Un individuo con daño frontal que actúa sin previsión de consecuencias, pero con intencionalidad.

Este modelo abre un puente entre el EDC y los ámbitos clínico-psiquiátricos, y permite un análisis más fino de la imputabilidad desde la perspectiva criminológica.

simulación e instrumentalización de la conducta antisocial

Aquí el sujeto finge una condición emocional, psicológica o incluso de impulsividad para justificar su acción. Existe evaluación, decisión, y además un cálculo extra: cómo presentarse como alguien que no evaluó ni decidió con claridad.

Este modelo es relevante para detectar:

  • Casos de manipulación judicial.
  • Justificaciones estratégicas en procesos penales.
  • Construcciones de victimismo como escudo frente a la responsabilidad.

Este tipo de acción refuerza la existencia del EDC, pues pone en evidencia que el sujeto ha evaluado no solo el acto, sino también su cobertura posterior.

aportes del principio a la criminología

del análisis causal al análisis intencional

El Principio de Evaluación y Decisión Criminógena permite un cambio de enfoque en el estudio de la conducta antisocial: de una visión causalista o mecanicista a una visión intencional y dinámica. Ya no se trata solamente de responder a la pregunta “¿qué lo causó?”, sino de indagar “¿qué evaluó el sujeto y por qué decidió actuar así?”

Este giro epistemológico permite:

  • Reconocer la dimensión activa del sujeto, incluso cuando existen condicionantes fuertes.
  • Identificar el momento de ruptura del pacto social, cuando el sujeto decide actuar en contra del marco normativo.
  • Evitar lecturas reduccionistas o deterministas que eliminan la voluntad como factor central.

distinción entre acción criminógena y conducta reactiva no antisocial

El principio EDC ofrece herramientas para distinguir con mayor precisión entre:

  • Conductas verdaderamente criminógenas, donde hay una evaluación orientada a la transgresión, y
  • Conductas reactivas, confusas o emocionales, que no derivan de una decisión antisocial real, sino de un estado pasajero, una defensa o una reacción automática no dirigida al daño.

Esta distinción es clave para evitar sobrecriminalizaciones, falsas imputaciones o diagnósticos sociales erróneos.

análisis de la intencionalidad simbólica en contextos no penales

Uno de los grandes aportes del EDC es su aplicabilidad a contextos no tipificados penalmente, pero donde puede existir antisocialidad simbólica, moral, mediática o estructural.

El principio permite analizar:

  • Actos de cancelación pública.
  • Denuncias falsas o infundadas.
  • Acusaciones estratégicas.
  • Formas de estigmatización social premeditada.

En todos estos casos, el sujeto evalúa y decide generar daño, aunque el acto no sea técnicamente un delito. El EDC permite rastrear la existencia de intención antisocial dentro de marcos de acción simbólica.

herramienta diagnóstica en peritajes, perfiles y análisis forense

El principio se propone como una herramienta útil para peritos criminológicos, lingüísticos, clínicos o sociales, ya que:

  • Permite observar el momento evaluativo como clave para determinar responsabilidad.
  • Ayuda a distinguir entre intencionalidad directa, desviada o ausente.
  • Ofrece un marco de análisis multidisciplinar para comprender la motivación y estructura del acto.

Este enfoque puede ser integrado en informes periciales, entrevistas exploratorias y análisis forenses, especialmente en casos de difícil delimitación entre lo impulsivo y lo premeditado.

aplicaciones prácticas

evaluación de conductas antisociales sin delito

El principio de Evaluación y Decisión Criminógena (EDC) permite abordar situaciones que no constituyen delitos en sentido estricto, pero que generan impacto negativo en lo simbólico, lo relacional o lo comunitario.

Ejemplos:

  • Manipulación emocional para generar aislamiento o desprestigio.
  • Conductas laborales desestabilizadoras con fines de control o poder.
  • Estrategias sociales orientadas a la humillación o exclusión.

En estos casos, el EDC ayuda a analizar si hubo:

  • Evaluación previa del daño a generar.
  • Decisión orientada a una finalidad antisocial, aunque no tipificada legalmente.

Esto amplía la capacidad de observación criminológica más allá del marco penal tradicional.

diagnóstico en informes criminológicos y sociológicos

El principio puede ser integrado en:

  • Peritajes judiciales: al valorar la intencionalidad del sujeto, el grado de voluntad y el contexto evaluativo.
  • Estudios sociocriminológicos: en el análisis de fenómenos colectivos, protestas desviadas, vandalismo con intencionalidad simbólica, etc.
  • Informes educativos o institucionales: cuando se deben tomar decisiones sobre medidas preventivas, intervenciones o derivaciones.

El EDC ofrece un enfoque transversal que puede cruzar el ámbito clínico, forense, educativo, organizacional y comunitario.

articulación con la crimeniosis en procesos de criminalización simbólica

Cuando se analiza una figura pública o privada que ha sido estigmatizada, señalada o destruida socialmente sin condena penal, el EDC permite evaluar:

  • Si existió una acción antisocial previa por parte del sujeto, o
  • Si el proceso de criminalización fue producto de una percepción errónea, emocional o manipulada.

En el caso de la Crimeniosis (principio dentro del paradigma de la Crimebiosis), el EDC actúa como llave interpretativa para saber si hubo verdadera conducta criminógena o solo atribución simbólica. Esto tiene especial relevancia en análisis de casos mediáticos, cancelaciones, denuncias falsas, etc.

valoración de la imputabilidad desde una lectura ampliada

El EDC también ayuda a enriquecer el concepto de imputabilidad, no solo desde un punto de vista jurídico o clínico, sino desde una perspectiva criminológica:

  • ¿Hubo capacidad evaluativa, aunque sea mínima?
  • ¿Existió decisión consciente, o la acción fue resultado de un automatismo patológico?
  • ¿Qué nivel de participación tuvieron los factores contextuales en la evaluación y la decisión?

Esta mirada puede aportar argumentos sólidos tanto para la comprensión integral del sujeto, como para la propuesta de medidas preventivas, terapéuticas o restaurativas.

conclusión

el eDC como clave para entender la conducta criminógena

El Principio de Evaluación y Decisión Criminógena (EDC) no solo aporta una nueva perspectiva dentro de la Criminología de la Conducta Antisocial (CCA), sino que se propone como base fundacional para comprender cualquier acto antisocial, ya sea delictivo o no.

Este principio parte de una afirmación esencial:

Toda acción antisocial —salvo en casos excepcionales de anulación total de la conciencia— es el resultado de una evaluación y una decisión.

Incluso cuando la acción parece impulsiva, desorganizada o emocional, hay un momento, breve o complejo, donde el sujeto valora su entorno, su situación y su objetivo, y decide actuar.
Esa decisión puede ser socialmente peligrosa, simbólicamente destructiva o jurídicamente punible.
Pero nunca es fruto del azar puro.

invitación a seguir profundizando

El EDC abre un campo inmenso de trabajo:

  • En el análisis clínico-forense.
  • En la prevención de conductas antisociales.
  • En la comprensión del daño simbólico y su origen.
  • En la lectura ética y cultural de la acción humana desviada.

Este principio será una de las claves interpretativas de futuras líneas teóricas dentro de la CCA y de sus paradigmas en desarrollo (como la Crimebiosis y la Crimeniosis). También se desarrollará en próximos monográficos, estudios de caso y propuestas metodológicas para la observación interdisciplinar de la conducta criminógena.

Porque entender la decisión, es empezar a prevenir el daño.

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